viernes, 14 de octubre de 2011

"I'm not interested in how people move; I'm interested in what makes them move"

Título: Pina
Director: Wim Wenders
Nacionalidad: Alemania
Año: 2011
Valoración: Recomendable

Ante las nuevas vías de canalización del cine (Cuevana y similares, downloads, DVDs...), el 3D (re)apareció en las salas con el cartel de nuevo atractivo para el espectador común, come-pochoclos. El 3D debería ser un recurso narrativo más y no un simple encanto para calentar las boleterías. Sin embargo, el 3D aparece impuesto por el mercado actual de la industria cinematográfica. Los filmmakers deben incrustar el 3D, pero no lo hacen en pos de la historia (y su narrar) sino para otorgarle a la historia la calidad en boga. Una espada que se desenfunda, una bala perdida o una mariposa que vuela. Lo mismo da, mientras el recurso esté allí, cautivando a los estupefactos espectadores.

Por el contrario, en Pina, de Wim Wenders, la apuesta 3D es superadora. El documental exhibe formas del baile en escenografías, espacios y ambientes donde la dimensión representada recupera algo de su esencia en la tercera dimensión. La apuesta de Wenders era audaz, pero sin dudas fue ante la necesidad de contar una historia, ante la necesidad de recrear superficies, movimientos, magnitudes. Los bailarines circulan por la pantalla como si estuvieran allí; el 3D se sumerge en las inconsciencias y funciona como un elemento más, como el sonido, como el travelling, el zoom o el raccord. La profundidad de campo del 3D posiciona al espectador en un plano que el filme necesita para generar ese contacto de interpelación. La emoción de la danza se despliega a través de un desplazamiento real de los bailarines y el contacto se produce dado que la puesta cumple su función. Hacía mucho que no escuchaba aplausos sobre el final del cast.

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