jueves, 17 de junio de 2010

La crítica de la crítica

Título: Akiresu to kame (Aquiles y la tortuga)
Director: Takeshi Kitano
Nacionalidad: Japón
Año: 2008
Valoración: Recomendable

La crítica es, sin duda, un agente de mediación. Los críticos venden, legitiman, politizan e intervienen en la circulación del arte. También es cierto que existen distintos mediadores que interactúan con públicos determinados y en espacios delimitados. Está el juez (dice Ludmer): quien otorga valor al arte, es decir, aquel que dispone la calidad del arte e incluso que designa qué es arte y qué no lo es. Está el burócrata (dice Ludmer): quien aspira a dirigir los discursos del arte y aquel que introduce la política en la práctica artística. Está el descifrador (dice Ludmer): quien revela la verdad oculta de la obra. Está el importador (dice Ludmer): aquel que importa e importa e importa. Está el profesor (dice Ludmer): quien impone sus lecturas y neutraliza las relaciones del arte con el mundo. Están todos ellos y muchos más. Son inevitables. Los críticos no son más que la confluencia de diversas necesidades (intelectuales, políticas, comerciales, sociológicas, psicológicas, antropológicas, etc.) del arte. Tenemos crítica y críticos a la orden del día. La crítica es, como quien dice, un mal necesario que transita los rieles de la fetichización de los objetos y de los acontecimientos. El crítico está imantado, excitado con el mundo circundante que puede ser valuado, monetizado. El crítico hoy es parte de un mundo globalizante y globalizador. La crítica hoy lee y da a leer el mundo, pero ya no con el objeto de la verdad, ni de la valoración, ni de la legitimación, etc. Al crítico de hoy le urge comunicar (y comercializar). Cualquier cosa. Así es como Sarlo escribe sobre un paisaje de Córdoba.
El logro de Akiresu to kame es representar críticamente la función de la crítica del arte en el arte.

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